
Dicen que, después de la tormenta, siempre llega la calma. Que todo lo que sube, baja, y que no hay mal que por bien no venga.
Y yo estoy de acuerdo con todo ello, pues no sabéis lo feliz que me están haciendo (ahora que todo empieza a volver a la normalidad) los reencuentros que estoy teniendo la oportunidad de disfrutar después de uno, dos, tres, ¡y hasta cuatro años!
Si hay algo bueno de toda esta situación que nos ha tocado vivir, y esta no es más que mi opinión personal, es la oportunidad que se nos ha dado a los que hemos logrado superarlo de valorar más que antes todo aquello que tenemos, todo aquello que amamos; no sólo una persona: también un grupo de música, un lugar, un sabor de helado.
Gracias a quienes me estáis dando la oportunidad de recuperar esa parte de mí que se había perdido durante la pandemia.