Tengo la guerra declarada a los fabricantes de sujetadores.
Todo empezó cuando yo estaba en esa época extraña en que pasas de ser niña a ser adolescente, allá por los 11 ó 12 años. Recuerdo que aún la mayoría de las chicas de la clase no teníamos más que una 80-85, y las pocas que ya estaban más ‘desarrolladas’ sentían vergüenza de mostrar sus atributos e intentaban disimularlos con camisetas anchas o sujetadores que apretaban mucho. Incluso había una que utilizaba fixo para “aplanarse” la delantera. Yo, por mi parte, había comenzado a desarrollarme bastante antes que la mayoría, pero del mismo modo también dejé de hacerlo pronto, con lo que me quedé finalmente con una estatura y unos pechos algo por debajo de la media.
Como todas las chicas de esta sociedad, tenía mi preocupación con respecto al tamaño del pecho. ¿Seguiría creciendo un poco más? Pero con el paso de los años, pude comprobar que no, que ahí en la 85 me había quedado.
Luego llegó la época de los noviazgos. Cuando ya no se trataba simplemente de tener más o menos pecho que el resto de amigas, sino que llegaba a tu vida “él”, ese chico que te volvía loca, y ya te invadías de dudas sobre si “le gustarías” tal como eres y, en mi caso, con tan poco que ofrecer por la parte delantera.
Es entonces cuando empecé a comprar mis primeros sujetadores con relleno, allá por los 15-16 años. Cuanto más relleno, mejor. ¡Qué guapa me sentía al ponerme aquel pedazo de relleno que me hacía aparentar tener dos tallas más de sujetador!
Sin embargo… Las primeras situaciones incómodas empezaron a llegar en el momento en el que tocaba quedarse desnuda delante de tu novio. Nunca olvidaré aquella primera vez que me quité el sujetador delante del chico con el que llevaba saliendo varios meses, ¡¡¡todavía lo recuerdo y me río!!! Como digo, yo solo utilizaba sujetadores con relleno, con lo cual claro, él, como cualquiera que me viese, pensaría que tenía alrededor de la 90-95. Así que allí estaba yo, en su habitación, en pleno “calentamiento”, y pensando más en la cara que pondría cuando viese lo que realmente se escondía debajo de aquel armatoste con forma de caparazón… Yo no sé la cara que puso, o supo disimular muy bien, pero lo que no olvidaré es a mí misma haciendo gestos raros con la boca al intentar aguantarme la risa cuando el sujetador cayó, y con ello, los pechos volvieron a su estado natural.
Fue en ese primer momento cuando me planteé la utilidad de llevar relleno en el sujetador. De cara a mi novio, por lo menos, ya no me servía de nada, pues ¡él ya sabía lo que se escondía debajo! Pero yo me sentía más cómoda con el relleno… Yo creo que incluso es algo adictivo, sobre todo para las chicas que, como yo en aquel entonces, no se sienten agusto con su tamaño de pecho.

Curiosamente, estuve pendiente del relleno y del tamaño de mis pechos hasta el momento en que decidí convertirme en escort. Cuando tomé la decisión, y me puse manos a la obra con las primeras fotos caseras para mis anuncios, me dije… No puedo hacer lo mismo que le hice al pobre de mi novio, porque él no pagaba nada y simplemente si no le gustaba lo que había, pues cada uno para su lado y punto; pero ahora, al ofrecer tu compañía íntima en un negocio con tanta competencia, y en el que una persona está pagándote partiendo de la base de que las fotos que muestras son lo que se va a encontrar cuando te vea… Pues simplemente no podía hacerlo. Al principio, desde mi desconocimiento en el mundo del sexo de pago, no estaba segura de si sería capaz de captar muchos clientes debido al tamaño de mi pecho… Pensaba que tan solo las chicas con pechos grandes podrían ganarse un hueco en este mundo (sobre todo después de leer ciertos comentarios soeces en ciertos foros más cutres que el tele-texto)…
Sin embargo, el teléfono empezó a sonar. Y las personas que contrataban mi compañía, empezaban a repetir. Fue poco a poco como comprendí que hay muchas más cosas que atraen a un hombre de una mujer, incluso en el sexo de pago, además de unas buenas tetas.
No vamos a engañarnos; las tetas son bonitas, unas tetas grandes donde agarrar y perderse pueden ser el mismo paraíso. Pero lo que yo he aprendido desde que empecé a trabajar como escort, es que unas tetas grandes no aseguran un buen rato de placer si la chica es, por ejemplo, una estúpida, del mismo modo que la falta de unas tetas grandes puede verse compensada por una actitud sensual, unas caricias suaves o unos besos muy húmedos y traviesos…
De esta forma, la chica que había crecido con complejo de tetas pequeñas se convirtió, gracias a su profesión como escort, en una persona con mucha más confianza no solo en su cuerpo sino también en su capacidad de poner a mil a los hombres capaces de saber apreciar muchas cosas que van más allá de unas tetas ;P
Además, soy consciente de que hay mujeres que, desde su total desconocimiento del mundo del sexo de pago, han mejorado un poquito su complejo de tetas pequeñas al ver que… ¡Sorpresa! Se puede ser puta sin tener muchas tetas.

Y ahora, cada vez que voy a comprarme un sujetador nuevo, me enfado un montón en tiendas como Etam o Intimissimi, donde, a pesar de ser especialistas en ropa interior, cada vez me cuesta más trabajo encontrar sujetadores sin relleno.
Y claro, evidentemente esto tiene que deberse a una creciente demanda por parte de las mujeres que, no contentas con sus cuerpos, prefieren mostrar a los demás algo que realmente no existe, una versión falsa de ellas mismas.
Creo que las mujeres deberíamos estar más orgullosas de nuestros cuerpos y contribuir a desechar los estereotipos de cuerpo 10 con medidas 90-60-90 que rozan el límite de lo surrealista, pues en muchos casos, ni siquiera los hombres nos prefieren con talle de modelo y, al final, las personas que nos movemos dentro del negocio del sexo de pago, tanto trabajadoras como clientes, somos personas normales, con cuerpos normales y necesidades normales, que buscamos y ofrecemos lo mismo que se puede buscar u ofrecer en cualquier otro lugar.
Sí es cierto que hay un porcentaje determinado -que yo desconozco- de clientes que buscan servicios sexuales precisamente porque les apetece estar con una chica, por ejemplo, que tenga una 110, o que practique griego, o que lleve la iniciativa, porque son cosas que no pueden encontrar en su casa, o simplemente por darse el capricho, al igual que hay mujeres prostitutas que prefieren operarse para ofrecer sus servicios, no necesariamente por complejo, sino porque consideran que aumentar el tamaño de sus pechos va a significar una mayor cantidad de ingresos…
En cualquier caso, abajo los mierdaforos que cosifican a las trabajadoras sexuales en función de sus tarifas o el tamaño de su pecho ¡Y QUE VIVAN LAS TETAS PEQUEÑAS! 😉
Este post fue publicado por primera vez en 2015 y editado en septiembre de 2022.